Toda la tarde hablando. Sentados, con la mesita redonda chocando con nuestras rodillas, pidiendo un café tras otro.
Y no llegamos a nada.
Te quedas bloqueado, piensas que nada tiene sentido, y se lo quitas a las pocas cosas que de verdad lo tienen.
No sé bien que piensas mientras mueves, cansino, la cucharilla.
Y no sé que decirte, ni cómo ayudarte, me gustaría zarandearte, darte un martillazo en un dedo, que el dolor o el movimiento despertaran a la persona que sé que está dentro de ti, tras esa mirada opaca y esa sonrisa lánguida.
Y me da miedo el rumbo que toman tus pensamientos.
Hablas de alejarte, de irte por un tiempo... nada definitivo, más bien unas vacaciones...
¿Cómo explicarte que lo que buscas está dentro de ti?
Que no necesitas salir de la ciudad para buscarlo, que no necesitas alejarte de tu casa, de tu gente, que la distancia y el tiempo no son la solución. Son tan solo un parche. Y que cuando vuelvas te vas a sentir aún más perdido.
Me miras resignado, aburrido de oírme hablar, creo que hace rato que no me escuchas, que tan solo asientes cuando adviertes un cambio de ritmo en el molesto murmullo que no te deja pensar...
Silencio.
¿Cómo decirte que lo que tu sientes como un lastre en realidad es tu motor? Y que sólo por eso no puedes alejarla de tu vida... que solo por eso, ya merece la pena cada día...
Nos despedimos, y te veo alejarte, con andares cansados. Pensando en lo que pudo ser y no fue, arrepintiéndote de lo que no hiciste, pensando que tendrías otra oportunidad... sin darte cuenta de que ya la estás teniendo, que tan solo tienes que permitirte disfrutarla.
Se ha hecho de noche sin que nos diéramos cuenta, han encendido las luces y su brillo me acompaña de vuelta a casa, con la sensación de no haber conseguido nada...
martes, diciembre 04, 2007
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