Las vi pasar corriendo, entre risas, intentando alcanzar un autobús que ya estaba en marcha. La más joven se cubría el pelo moreno con una carpetilla de plástico rojo, la mayor corría con los brazos extendidos, recibiendo el agua sobre su cara. El autobús aceleró, pasó por un enorme charco, y el agua las alcanzó sin posibilidad de escape.
En un principio las dos quedaron quietas, silenciosas, sorprendidas. Un segundo después la mayor soltó un taco, y empezó a reír, mientras agitaba las manos, como si pudiese descargar algo del agua que la empapaba.
A su lado, la joven se quedó quieta, los hombros caídos, y un incipiente temblor en sus labios furiosos, aferrando la carpeta, mojada desde los pies hasta el flequillo. Seguí su mirada, por ver hacia donde dirigía su enfado, y para mi sorpresa, no miraba al autobús, sino a su acompañante.
- ¿Eres idiota?
Está gritando. Su amiga se ríe abiertamente, y no contesta.
- ¿Pero no ves lo que ha pasado? ¡Estamos empapadas!
Ella ríe de nuevo, sacude la cabeza y contesta:
- No es cómo caemos lo que nos hace fuertes, sino cómo nos levantamos...
- Brrrrrrrr
Bufa y se aleja, enfadada, esquivando los charcos en su camino...
La mayor me dedicó una sonrisa antes de correr tras ella.
martes, noviembre 02, 2010
viernes, octubre 01, 2010
Volver a ser tú
Te observo desde lejos. Miras fijamente algún punto del edificio naranja que tienes delante, sin verlo. Apoyada en la pared, no me oyes acercarme. Hablamos, pero sólo una parte de ti está a mi lado, escuchándome. El resto debe navegar entre la tristeza, la incertidumbre y la soledad, por la expresión de tu cara y por lo mucho que te conozco, no hace falta que me cuentes cómo te sientes.
~
Hace muchos noviembres que no eres la misma.
~
No quisiste compartir tu tristeza, haciendo de ella un dolor íntimo y profundo, que apenas puedo comprender. Sé cuando te golpea con fuerza:
...algunas fechas...
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...algunas estaciones...
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...algunos olores...
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...algunas canciones...
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...algunas personas...
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... hacen que tu mirada sea un poco más profunda, y que te alejes un poco más del mundo. Y no puede decirse que estés demasiado cerca en ningún momento: ya no te apoyas en mi hombro cuando viajamos en coche, ni dejas que te abrace cuando hace mucho tiempo que no nos vemos, hace tiempo que no veo a nadie coger tu cintura...
~
Pero no terminan ahí los cambios, has perdido la capacidad de hacer planes, la capacidad de hacer cosas, la confianza en tu poder para alcanzar nuevas metas... andas sin rumbo...
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Me gustaría saber cómo ayudarte, me gustaría saber cuál es el camino para llegar hasta ti de nuevo, cuál es la llave que abre tu corazón, aunque sólo sea para dejar salir todas las lágrimas que no has derramado... que no has querido derramar a mi lado, para que puedas volver a vivir con alegría, para que puedas, simplemente, volver a ser tú.
martes, septiembre 28, 2010
Maestros de la vida cotidiana
Hoy he aprendido algo valioso de una niña de quince años. Bueno, me mataría si oyera que hablo de ella como una niña...
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Me ha enseñado una parte de mí que no conocía, que no me ha gustado, y, más aún, me ha hecho ver cómo puedo cambiarlo. Me ha recordado cosas que ya sabía, pero que tenía olvidadas por comodidad. Digamos que ha provocado un cambio de paradigma en mí. Y lo ha conseguido con sólo un par de frases.
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La lección ha sido importante, pero sobre todo me ha hecho pensar en las personas que nos enseñan con su actitud, con su forma de hacer las cosas, de tratar a los demás, de enfrentarse a los problemas, de ser cada día como son.
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Y ellos no se dan cuenta.
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El último año la vida me ha puesto a tiro a algunos de estos maestros, me han enseñado lecciones valiosas, y aún ando aprendiendo de ellos, pero... shhhhh... ellos no lo saben...
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Vaya desde aquí mi agradecimiento a todas esas personas, esos maestros de la vida cotidiana, que esperan en cada parada de autobús, en cada comercio pequeño, en cada rincón de todas las ciudades del mundo.
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Maestros anónimos ¡Gracias!
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