Dices que me apoyas, que da igual lo que haga, que estarás a mi lado. Pero sé que no es cierto, nos conocemos hace mucho y no me engañas. Sé que estás pensando que me equivoco, que haría bien en escucharte, en ir por el camino que me señalas... no cuento con tu apoyo sincero, y me duele que ni siquiera seas capaz de decírmelo, de hablar conmigo y darme los pros y los contras que ves, en vez de condenarme directamente.
Pero no es algo nuevo. Hace tiempo que crees que debí seguir tu camino. Y sí. Quizá me esté equivocando, quizá avance deprisa hacia ningún sitio. Pero no te atreves a cuestionarme. Contestas con un silencio a mis planes, a mis preocupaciones, a mis quejas, no eres capaz de mirarme a los ojos y mentirme, así que bajas la cabeza...
- “Voy a estar siempre a tu lado”
Me lo dices. Y no te creo.
Por que ya me has fallado otras veces, aunque creas que estuviste, porque me dejaste sola en los momentos difíciles, porque cuando necesitaba compañía y ruido me diste soledad y silencio.
Y cuando necesitaba silencio y soledad me diste ruido y compañía.
Me echaste en cara no atenderte cuando mi corazón sufría, tu hombro nunca estuvo cerca cuando necesité llorar. No entendiste mis motivos, apenas los escuchaste, y me dolió, porque necesitaba que al menos tú me comprendieras.
Y ahora, siento todo esto como un muro que me impide acercarme a ti, pero nunca encuentro el momento de decírtelo, quizá haya pasado ya ese momento...
Lo peor es que... aunque nos veamos con frecuencia... yo te echo de menos.
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2 comentarios:
Ya te lo abré comentado en otras ocasiones, pero me parece interesante incidir en cierto carácter catártico en tus escritos. Reconozco valentía en madurar un sentimiento para acabar exteriorizándolo, y también una necesidad de sanación. Lo escribes con inteligencia, el destinatario no es identificado, pero no por ello queda despersonalizado. Creo que este es el pequeño secreto con el que consigues llegar a las fibras sensibles del lector. Una vez más, enhorabuena.
"Habré" sin hache, qué orror
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