martes, noviembre 02, 2010

Llueve

Las vi pasar corriendo, entre risas, intentando alcanzar un autobús que ya estaba en marcha. La más joven se cubría el pelo moreno con una carpetilla de plástico rojo, la mayor corría con los brazos extendidos, recibiendo el agua sobre su cara. El autobús aceleró, pasó por un enorme charco, y el agua las alcanzó sin posibilidad de escape.


En un principio las dos quedaron quietas, silenciosas, sorprendidas. Un segundo después la mayor soltó un taco, y empezó a reír, mientras agitaba las manos, como si pudiese descargar algo del agua que la empapaba.

A su lado, la joven se quedó quieta, los hombros caídos, y un incipiente temblor en sus labios furiosos, aferrando la carpeta, mojada desde los pies hasta el flequillo. Seguí su mirada, por ver hacia donde dirigía su enfado, y para mi sorpresa, no miraba al autobús, sino a su acompañante.

- ¿Eres idiota?

Está gritando. Su amiga se ríe abiertamente, y no contesta.

- ¿Pero no ves lo que ha pasado? ¡Estamos empapadas!

Ella ríe de nuevo, sacude la cabeza y contesta:

- No es cómo caemos lo que nos hace fuertes, sino cómo nos levantamos...

- Brrrrrrrr

Bufa y se aleja, enfadada, esquivando los charcos en su camino...

La mayor me dedicó una sonrisa antes de correr tras ella.

3 comentarios:

Diana A. dijo...

Pues... me ha encantado!! lo he entendidoooooo!!! que sepas que si algún día no me puedo levantar, espero que estés a mi lado, ya sabes que... una no es muy fuerte!!! Muaaaaa

Noviembre todavía dijo...

Ahí estaré, para tirar de ti hacia arriba con lo que tenga a mano, aunque sea con los dientes, y eres más fuerte de lo que crees.

Un beso, y gracias por pasarte

Alfredo J. Liebana Rado dijo...

Creo que todos hemos tenido esta experiencia, y la hemos vivido según nuestro carácter y el momento. Te cuento las variaciones de la mía:

Primero, suelo proteger la carpeta con mi propia ropa (eso te dirá algo de mi carácter... ;)

Cuando recibí una incontable cantidad de litros procedente del charco, solté un "hijo de putaaaa" al conductor, y me partí la caja a reir.

Mi acompañante, con la actitud de "me gusta la lluvia" y su "jajaja, cómo te has quedado", se llevó una mirada fulminante.

Un beso.